¿Dónde están los dólares? (2 de 2)

A Jeddy, con cariño y esperanza.

Cualquiera se siente en un mundo paralelo, por lo menos en lo que tiene que ver con el mercado cambiario de nuestro país.

Desde las alturas, y hasta desde Washington, nos aseguran que no hay ningún tipo de inconveniente con las divisas en República Dominicana, ni en cuanto a su precio ni en cuanto a su disponibilidad.

Que las situaciones “puntuales” que surgieron son “coyunturales”, por un “exceso de demanda” por “pagos de dividendos”, el “Brexit”, Trump, Semana Santa y ¡hasta por el “Black Friday”!

Lo cierto es que no se trata de situaciones puntuales, ni coyunturales. Sobre todo en el último año, especialmente desde marzo del 2016 hasta la fecha, como podemos ver en la gráfica principal, estamos frente a una tendencia.Aunque resaltamos solo algunos de los titulares que se han generado (todos por los editores y periodistas del Diario Libre), las denominadas “listas de espera” son reales y ya casi una constante del mercado bancario actual, por más que se quiera obviar o negar.

Entonces... ¿Dónde están?

En el fondo, no existe un problema ni de oferta, ni de demanda de los “verdes”.

Nassim Alemany hace meses identificó el mal que nos afecta: Más que oferta o demanda, es el precio al cual se quiere forzar que se transe el dólar que no nos permite llegar a un equilibrio duradero y a una mayor fluidez en el mercado de divisas dominicano.

Note que el 96% de los días del año pasado, la devaluación del peso dominicano estuvo dentro de una muy estrecha banda de entre el 2.0% y el 3.0% (¡o apenas 100 puntos básicos!).

Estamos frente una extraordinaria fijación del valor de la moneda, incluso mucho más extrema que la banda del 2.0% y el 6.0% de la otrora “Regla HVA”.

Precisamente por esto es que tanto chocan las declaraciones de los técnicos del FMI cuando hablan de un “marco” y de un “tipo de cambio”... “más flexible”.

Por Dios, ¿de cual “flexibilidad” están hablando? El absurdo es aun mayor cuando comparamos la muy limitada “flexibilidad” del peso de Duarte con la de las monedas de Chile, Perú, Colombia, México y el mismo Brasil.

No dudo de la fuerza de nuestras cuentas externas, ni de la avalancha de dólares que ingresaron al país durante 2016.

El problema, como bien señaló Nassim, es a qué precio deseamos que fluyan esos dólares.

Si se quiere seguir con el control extremo del último año, no pasarán ni tres meses para que vuelva a leer titulares de la “escasez”.

Apúntelo por ahí.