Según un estudio de la Universidad de Alabama que refleja esos datos, los tiroteos masivos son aquellos en los que hay cuatro o más víctimas, y no incluyen asesinatos de pandillas o que involucren a múltiples miembros de una familia.
La matanza que estremeció la víspera a San Bernardino, California, donde una pareja asesinó a 14 personas con rifles de asalto y pistolas, se produjo casi al cierre de un año en el que se han producido otros tres eventos de ese tipo. El primero de ellos se desencadenó el 17 de junio en una iglesia de Charleston, Carolina del Sur, con saldo de nueve muertos, en lo que las autoridades consideraron un crimen de odio por motivos raciales.
Casi un mes después, el 16 de julio, un hombre fuertemente armado asesinó a cuatro infantes de la marina en un centro de la reserva naval en Chattanooga, Tennessee, donde también fue abatido el agresor.
Nuevamente las alarmas sobre los tiroteos en Estados Unidos se encendieron el 1 de octubre último, cuando un atacante abrió fuego en el campus del Instituto Superior Técnico de Umpqua en Roseburg, Oregon, donde dejó nueve muertos y siete heridos. De acuerdo con Adam Lankford, un profesor asociado de justicia penal de la Universidad de Alabama, mientras en el mundo las personas tienen mayor posibilidad de morir en tiroteos cerca de instalaciones militares, en Estados Unidos los mayores riesgos están en el centro de trabajo o en la escuela.
El sitio digital ShootingTracker.com, dedicado a contabilizar los tiroteos en el país, muestra que en 2015 se han producido un total 355 ataques con armas de fuego.
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