Parece que supieran que no van a morir de otra cosa que no sea por causas naturales, como un tsunami o un terremoto, ataques terroristas o aquellas situaciones frente a las que puedan reaccionar a tiempo, tal vez para evitarlas. Ellos son los “preepers”, los preparacionistas que ya tienen una historia en Estados Unidos y que hoy están envueltos en un manto de moda, glamour y pura polémica.
Arrancaron como un grupo de personas aisladas en el globo, que empezaron hace una década a compartir en las redes la idea y la filosofía del apocalipsis y la necesidad de tomar como acción algunas conductas al respecto.
Ahora están más organizados: eligen con dedicación en qué lugar van a vivir y acopian kits de superviviencia que se convierten en su único equipaje.
Ellos están preparados para morir con espíritu filosófico: frente a las catástrofes naturales y guerras se organizan para sobrevivir ante la posible llegada del fin del mundo.
En diálogo con Infobae, el antropólogo Guillermo Echavarría Molloy, remontó el origen de estos grupos a miles de siglos atrás. “Siempre hubo personas que se prepararon para una gran catástrofe. Esas circunstancias tienen mucho más acento en lo moral, que en el conocimiento científico. La acción de prepararse para la catástrofe final tiene que ver con el milenarismo: fin de ciclos al estilo maya. Nuestra tradición occidental tiene que ver con los ciclos, tan estudiados por los babilonios, egipcios y celtas”.
El especialista consultado sostuvo que esta anticipación al fin “no es puntualmente un problema del credo cristiano”. No obstante, en el 999 el Papa Silvestre II ofició la última misa ante el fin de la vida en la Tierra. “Dicen que el silencio era tan profundo y conmovedor que se escuchaba hasta el roce de las mangas del atuendo del Sumo Pontífice. Pero la vida continuó y muchos olvidaron sus promesas de un puñado de horas anteriores”, expresó.
Hace un par de semanas, 40 personas se congregaron en una iglesia de Washington Heights para asistir a una sesión de testimonios organizada por la Preppers Network (red de preparacionistas) de la ciudad de Nueva York.
Cada uno pasó al frente ante el resto de los asistentes para exhibir el contenido de sus "mochilas de escape", recipientes meticulosamente empacados con todo el equipo necesario para sobrevivir al colapso de la civilización.
Sobre la mesa desplegaron un impresionante y variadísimo botiquín para desastres:brújulas, pastillas de yodo, radios a manivela, linternas solares, encendedores de magnesio y un Kindle cargado con mapas digitales de la región de los tres estados que comprende el área metropolitana de Nueva York.
Muchos de los artículos exhibidos iban bastante más allá de los "diez pilares básicos de equipo de escape" que Jason Charles, líder de la red, les había pasado previamente a través de Internet. Muchos habían ajustado el contenido a sus propias necesidades e intereses.
Difícilmente pueda decirse que Nueva York es un sitio normal para que prolifere el así llamado "movimiento preparacionista", pero, de hecho, la comunidad no sólo es grande, sino que es notablemente diversa, según afirman sus líderes, y está creciendo rápidamente.
La palabra "preparacionista" suele evocar imágenes de fanáticos armados, encerrados en búnkeres a la espera del fin del mundo, pero la realidad, al menos en Nueva York, es mucho menos cinematográfica.
Los preppers locales son médicos, porteros, directivos de escuelas, conductores de subte, publicistas y parejas felizmente casadas.
No es nada fácil ser un preparacionista en estos días. Esa disciplina ha sufrido duros golpes de programas de televisión como Doomsday Preppers (Preparacionistas del Día del Juicio Final), una especie de invitación semanal a mofarse de lunáticos que cavan túneles en las laderas de las montañas para escapar de un ataque nuclear ruso.
Y es que, si bien se trata de un fenómeno cultural cada vez más visible -grupos de encuentro, libros, películas y retiros de fin de semana en los que se adquieren ciertas habilidades-, sigue siendo considerado una actividad marginal y vergonzante, algo comparable a creer que el gobierno oculta extraterrestres en el Área 51.
En Nueva York, el hombre indicado para entender a fondo el tema es Aton Edwards, fundador de la Red de Preparacionismo Internacional, que suele ser citado como el mayor experto de la ciudad en preparación personal para un desastre.
"En un extremo está la despreocupación inconsciente. En el otro, la paranoia. El desafío radica en encontrar ese término en el que uno entiende que pueden pasar cosas malas, sin que eso nos consuma la vida", finalizó un prepper de Nueva York.
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