El 3 de septiembre en Estonia, Obama planea reunirse con su homólogo de ese país y los mandatarios de Letonia y Lituania.
La gira ocurre tres meses después de que el gobernante visitara Polonia, Bélgica y Francia.
Durante el periodo, el Pentágono incrementó la presencia militar en Europa y acrecentó tensiones con Rusia debido a la situación en Ucrania, con un fuerte despliegue de militares y medios navales y aéreos que expertos califican como un renacimiento de la confrontación semejante a la de la Guerra Fría.
El líder del Ejecutivo estadounidense se ve presionado por de varios legisladores, quienes reclaman ahondar las sanciones contra Rusia.
La Casa Blanca insiste en acusar al Kremlin de intensificar la crisis en la nación europea mediante un supuesto apoyo a los independentistas de las regiones de Donetsk y Lugansk, en el este, aspecto desmentido por las autoridades de Moscú.
El Departamento del Tesoro norteamericano junto a la Unión Europea han dictado varias rondas de sanciones contra políticos, funcionarios, empresarios y compañías rusas.
El presidente Vladimir Putin manifestó su decepción por las acciones estadounidenses, "al impulsar sanciones unilaterales que dañan las relaciones bilaterales y a los esfuerzos para hallar el compromiso en la normalización ucraniana".
Asimismo, Obama se ve impelido por el Capitolio para actuar cuanto antes contra el autoproclamado Estados Islámico (EI) dentro de Siria, sobre todo desde que el grupo publicó hace unos días un video donde muestra la decapitación del periodista estadounidense James Foley.
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