‘Las crónicas de Narnia’

                                                                                                                                                                         Por supuesto, nadie nos va a decir a nosotros que los de Hollywood lo que desean, por encima de todo, incluso de la salvación de sus almas pecadoras, es sacar beneficios de cualquier cosa, pero sobre todo de sus películas.
Esa es ùnica razón valedera para que sus films, casi cualquiera que usted ni siquiera pueda imaginar, tenga una, dos, tres y hasta más secuelas.
Naturalmente, en el caso de “Las crónicas de Narnia” puede aducirse que son varias las novelas de C.S. Lewis.
Pero es que, en casos como esos, entonces Hollywood funciona lo mismo, pero al revés: se escogen las novelas precisamente porque saben que habrán de tener continuidad, en especial si la primera tiene una buena entrada.  Es exactamente lo mismo que en el caso de “Harry Potter” y muchos otros.
La presente, con ese título que casi nos toma el espacio total que debemos usar los sábados, es la tercera, la primera, “The Lion, the witch and the wardrobe”, data de 2005, la segunda, “Prince Caspian”, del 2008, y ahora nos llega la tercera. Y, al escuchar los diálogos finales de esta historia, nos da la impresión de que, como los niños protagonistas ya han crecido demasiado (la hermana mayor, Susan, ya cuenta 22 y el otro hermano, Peter, 23, por esa razón ya no son protagonistas, no pueden pasar por niños semejantes manganolios), dejan a los dos más pequeños, Edmund y Lucy, y se sacan de la manga a un primo para dar la nota cómica y alterar un tanto el ambiente “heroico” de los hermanos y el Príncipe Caspian.
Antes de pasar a hablar unas pocas palabras sobre la enrevesada historia que se inventaran nada menos que tres sesudos guionistas, Christopher Malkus, Stephen McFeely y Michael Petroni, como es natural, basándose en Lewis, podría decir que esta cinta se ofrece en 3-D, pero que esa tercera dimensión está sobredimensionada: o sea, que es muy poco lo que puede verse realmente en relieve, o, en otras palabras, que es otra de esas que someten a un proceso de “reconversión”, pero sin haber sido rodadas en realidad para la tal Tercera.
Y, si vamos a hablar de la historieta, diremos que nos dejó más enredados de la cuenta: como dice Edmund cuando arriban a la nave “Viajero del Alba”, “si no hay una guerra, ¿para qué estamos aquí?”. Porque, en efecto, no los buscaron para dirigir batallas junto a Caspián sino para emprender un largo viaje por mar y, por el camino, irse encontrando con dragones, guerreros, toda suerte de seres estrambóticos para llenar los ojos a los espectadores que, lo más probable, también andan un tanto confundidos porque, aparte del argumento difuso y los diálogos pobres, la pantalla (gracias al mentado proceso de conversión a 3-D, muestra las imágenes en medio de una bruma gris que no permite demasiada definición de los detalles.
Nada que hablar de interpretación, esos muchachos y el resto lo más que saben es repetir frasesitas bobas y tomar espadas y arcos y flechas como quien está salvando a la humanidad de todas las desgracias imaginables.
Para los chicos, puede que sea potable, pero no para los más pequeños que van a salir como quien se ha pasado dos horas viendo llover.funete: