Ícono de la música latina, Guerra y sus quince músicos -entre coristas, percusionistas y las secciones de viento y metales- “prendieron” la fiesta en Santiago y aceleraron los pies del respetable con los “clásicos” románticos y bailables del artista, y con melodías de su último álbum, “A son de Guerra” (2010).
Con su sempiterna visera negra a la cabeza, Guerra saltó al escenario para tocar “Apaga y vámonos”, tema de corte social que forma parte de “A son de Guerra”, uno de los discos de ritmos “más variados” del artista caribeño. “Buenas noches Chile. Un placer estar con ustedes. Ahora todo el mundo a bailar”, sugirió el cantante y compositor, y acto seguido se abalanzó sobre “La bilirrubina”, un tema de su quinto álbum, “Bachata rosa” (1990), que levantó instantáneamente al público de sus asientos.
“La travesía”, “La llave de mi corazón” y “Bachata rosa, es decir, un merengue, un reguetón y una bachata, demostraron la facilidad del dominicano para fusionar ritmos latinos, y sirvieron como introducción a un popurrí de salsa que transitó, entre otros clásicos del género, por temas como “Razones” o “Carta de amor”.
Con un público ya rendido, el tramo más reivindicativo llegó con temas como “El costo de la vida” o “Visa para un sueño”.
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