Una encuesta del instituto de sondeos Ifop para el Journal du dimanche (JDD) publicada el fin de semana confirmó la amplitud de la desilusión de los franceses con respecto al jefe de Estado.
En septiembre, Hollande registró una de las mayores bajas de popularidad de la historia política reciente de Francia. Según Ifop, 56% de los encuestados están descontentos con él (22% de los cuales "muy descontentos"), es decir once puntos menos que en el mes de agosto. Sólo 43% se declaran satisfechos (de los cuales 5% "muy satisfechos").
"Sólo Charles de Gaulle, en junio de 1962, tras los acuerdos de Evian" que pusieron fin a la guerra de Argelia, y "Jacques Chirac, en junio de 2005, tras el fracaso del referéndum sobre el tratado constitucional europeo", tuvieron una mayor pérdida de popularidad, según Frédéric Dabi, director de la división Opinión de Ifop.
Habituados durante cinco años a la hiperactividad de Nicolas Sarkozy, su predecesor, los franceses parecieran esperar hoy cambios rápidos en la política del gobierno socialista.
Desde Alemania, donde realizaba una visita, Hollande pidió el sábado que se dé tiempo al tiempo antes de evaluarlo y pidió "ser juzgado por los resultados" al término de su mandato.
La misma encuesta del instituto Ifop indica que también cae el nivel de popularidad del primer ministro Jean-Marc Ayrault, pero de manera menos acentuada. Ayrault pierde siete puntos, pero 50% de los encuestados sigue declarándose satisfecho de su acción, aunque los descontentos (46%) son cada vez más numerosos.
En opinión de Frédéric Dabi, se trata de "desencanto" más que de hostilidad. Los franceses integraron, al menos parcialmente, los datos de la situación económica. En las entrevistas de los encuestados lo que aparece "es la crisis, un sentimiento de aplastamiento con dos ejes: el desempleo y sobre todo la idea de que todo aumenta", declaró el experto al JDD.
François Hollande, que intervendrá el martes por primera vez como presidente francés en la Asamblea General de la ONU, no puede apoyarse en la imagen de un gobierno fuerte en su país, dado que la coalición socialista-verde se resquebrajó a raíz del rechazo el sábado por el partido EELV (Europa-Ecología-Los Verdes) del tratado fiscal europeo, primer caballo de batalla del presidente socialista a su llegada al poder en mayo pasado.
Ahora, ministros (dos ecologistas forman parte del gobierno) y parlamentarios verdes se encuentran en una situación muy complicada, entre el respeto de la decisión votada por su partido y el de su pertenencia a la mayoría y al gobierno.
"Dramáticamente nulo", "incoherencia total", "quieren el pan y la torta", estimó el diputado europeo ecologista Daniel Cohn-Bendit, favorable al tratado, al anunciar que pone "entre paréntesis" su pertenencia a su partido.
La denuncia del tratado europeo, que se espera sea ratificado en Francia gracias a los votos de la oposición de derecha, no se limita a los ecologistas. Incluso dentro del Partido Socialista, varios diputados anunciaron ya que no votarán en favor de ese texto.
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