La ceremonia, a la que seguirá la cremación de sus restos, en cumplimiento de la voluntad del artista, fue encabezada por la viuda de Cabral, la venezolana Silvia Pousa, en la parroquia del cementerio Jardín de Paz, en la periferia de la capital argentina. Los restos del cantante y poeta, que murió en un atentado perpetrado por sicarios contra un empresario nicaragüense con el que viajaba en un automóvil, fueron trasladados hasta el cementerio desde el teatro ND Ateneo de Buenos Aires, donde fueron velados por miles de personas tras su llegada desde Guatemala este martes. Varias decenas de emocionados seguidores del cantautor presenciaron el momento en el que el féretro era introducido en el coche fúnebre, al que despidieron entonando, entre sollozos, la canción más popular de Cabral: "No soy de aquí, ni soy de allá".
El féretro, que llenaron de flores, estaba cubierto por una bandera de Naciones Unidas, ya que Cabral, propuesto en 2008 para el Nobel de la Paz, había sido designado "Mensajero mundial de la paz" por parte de la Unesco. En su recorrido hacia el cementerio, el cortejo fúnebre hizo una breve parada frente a la cafetería La Biela de Buenos Aires, tradicional punto de reunión de intelectuales y otras personalidades que Cabral frecuentaba siempre que se encontraba en la ciudad, según contaron sus allegados. Entre los que se acercaron a despedir a Cabral estuvo su colega y amigo Piero, quien lamentó el fallecimiento de quien "había sorteado tantas veces la muerte" y recordó que el trovador había superado en dos ocasiones un cáncer. "Creo que tuvo una muerte cercana a la que hubiera deseado. No lo imagino pasando sus últimos días en el hospital, sin poder moverse. Él no le tenía miedo a la muerte, pero sí a la decrepitud", comentó a su vez el productor Jorge Mazzini.
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