Desde hace tiempo se sabe que el ritmo circadiano influye en varios procesos cardiovasculares como la presión sanguínea, el ritmo cardiaco o la incidencia de los ataques cardiacos, que tienen tendencia a producirse más bien cuando la persona se despierta.
Un grupo de investigadores madrileños, dirigidos por el doctor Borja Ibáñez, del Centro Nacional para la Investigación Cardiovascular (CNIC), trató de determinar qué impacto podía tener el momento del ataque sobre la extensión del daño que éste provoca, y precisamente sobre la importancia de los tejidos afectados por una interrupción prolongada del flujo sanguíneo.
Para medirlo, entre 2003 y 2009 registraron los niveles de una enzima en la sangre de 811 pacientes internados en la unidad de tratamientos coronarios del hospital San Carlos de Madrid, España.
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