el 2 de abril de 2005, la primera oración que se rezó en la habitación papal no
fue, como hubiera sido lógico, fúnebre, sino un Te Deum de acción de gracias a
Dios, contó ayer el que fuera uno de sus ceremonieros pontificios, el polaco
Konrad Krajewski.
Krajewski recordó que el por entonces secretario particular del papa y hoy
cardenal de Cracovia (Polonia), Stanislao Dziwisz, encendió la luz de la
habitación y comenzó a cantar, con voz conmovida, pero fuerte, "Nosotros te
alabamos, Señor, te proclamamos, Señor".
"Parecía un trueno proveniente del cielo, todos mirábamos maravillados a
don Stanislao. Pero la luz encendida y el cántico de las palabras que seguían:
'O Padre eterno, toda la tierra te adora' nos daba la certeza (de que estaban en
la tierra)", subrayó.
Agregó que con aquel Te Deum habían glorificado a Dios , "bien visible y
reconocible en la persona del papa Juan Pablo II".
Krajewski narró esos momentos en un artículo que publicó ayer el
vespertino vaticano "L'Osservatore Romano" con motivo del sexto aniversario
mañana de la muerte de Juan Pablo II, en el que afirmó que el papa Wojtyla era
una persona "plena de Dios".
"Bastaba verlo para descubrir la presencia de Dios y comenzar a rezar.
Bastaba para ir a confesarse, no sólo de nuestros propios pecados, sino por no
ser como él", afirmó el ceremoniero vaticano.
Desveló que, cuando Juan Pablo II dejó de caminar y dependía totalmente de
los ceremonieros, cada vez que le tocaba se daba cuenta de que tocaba a una
persona santa.
"Llegué a irritar a los penitenciarios vaticanos, ya que antes de
cualquier celebración (que presidía el papa) iba a confesarme, siguiendo un
imperativo interior y una fuerte necesidad. Necesitaba recibir la absolución
para estar a su lado", explicó.
Indicó que siempre estuvo convencido de que sería beatificado rápidamente.
Juan Pablo II será proclamado beato el próximo 1 de mayo, seis años y un
mes después de su muerte.
UN APUNTE
Ceremonial
A las ceremonias por la muerte de Juan Pablo fueron invitados presidentes,
jefes de Estado y representantes de monarquías y reinados, haciendo de éstas
actos solemnes. En El Vaticano se dieron citas todos los cardenales
católicos.
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