El libro, ``Little America: The War Within the War for Afghanistan'' (``Pequeño Estados Unidos: La guerra dentro de la guerra por Afganistán), indica además que durante la planificación de la reducción militar dos años después, la Casa Blanca marginó intencionalmente a la CIA. Obama decidió no leer una sombría evaluación de la CIA sobre Afganistán que preveía beneficios poco medibles de un ``refuerzo'' de 30.000 soldados, que Obama aprobó a la postre, según un funcionario estadounidense citado por el libro.
Un copia del libro del corresponsal Rajiv Chandrasekaran, del diario The Washington Post, fue obtenida por The Associated Press. El libró saldrá al mercado el martes.
Biden, en un memorándum hasta ahora conocido que le envió a Obama en noviembre de 2009, refleja su opinión de que los comandantes militares le pedían al mandatario que diera un salto con el envío de decenas de miles de combatientes adicionales que tendrían objetivos no bien definidos.
Aunque las dudas de Biden son ampliamente conocidas, el nuevo libro describe cómo _durante los meses en que la Casa Blanca examinó la guerra_ Biden puso en duda el principio básico de que la misma estrategia de ``contrainsurgencia'' que al parecer funcionó en Irak podría ser aplicada en Afganistán.
``No veo cómo alguien que participó en nuestras discusiones pudiera salir sin preguntas profundas sobre la viabilidad de la contrainsurgencia'', escribió Biden a Obama. Para que funcionara, la contrainsurgencia, llamada la doctrina ``COIN'', necesita que los avances militares vayan al parejo de los progresos en los servicios gubernamentales, de un gobierno afgano ``creíble y unos servicios de seguridad afganos que puedan hacerse cargo de la situación, planteó Biden en el documento.
Aunque los militares estadounidenses pudieran cumplir cualquier objetivo técnico relacionado con esa estrategia, como expulsar a los insurgentes de las aldeas, ``nadie puede decir convencido cuándo, e incluso si, podemos alcanzar los otros aspectos de COIN'', escribió Biden.
El vicepresidente respaldó un envío de 20.000 refuerzos, la mitad de los solicitados por el entonces comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, el general Stanley McChrystal.
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