En un perfil falso, es una adolescente, y en otro, lleva una vida que le gusta, aunque no sea real.
-Uyy, esos no son nada. Por lo general, se conectan unos 350 cuando prendo el computador. Tengo 789 amigos.
Hoy,
sólo lo han hecho 102. Puede ser por la hora. Son las 5 de la tarde de
un martes. En todo caso, es cierto, no tardaron tres minutos en
anunciarse, en el Facebook de Pablo, Alekos, Jonás, Chiquitita,
pequinés, Juankarly, Tommy..., entre otros, que van sumando de forma tan
veloz los llamados que se pierden en el horizonte de la pantalla.
Tons???, dice uno, hola, kuando repetimos sexxxcam? salta otra. En su
perfil dice que le interesan tanto mujeres como hombres. Y que está "en
relación". Tiene, además, cinco nuevas solicitudes de amistad que pasan
por el filtro despiadado de la foto:
-Este no aguanta, está muy feo -sentencia.
Punto.
Pablo
tiene 19 años. Va en primer semestre de una carrera de ciencias y se
conecta todos los días unas dos horas, en promedio, desde su casa.
Ahora, en semanas de parciales, ha tenido que bajarle al ritmo, pero no
está dispuesto a ceder la delantera, así que cuando lo hace recupera el
tiempo perdido en sesiones de tres o cuatro horas de mensajes calientes
que lo mantienen despierto.
Se divierte.
-Es como una adicción -dice Pablo.
Se
siente halagado y muy-muy sexy y solicitado. No es un Adonis, pero
tiene algo que derrite a muchos ciber-nautas, una carita delicada y
fotos tiernas que lo semejan a un inocente gatito. Es un provocador. A
todos les sigue el juego en su vida cibersexual, y se siente a gusto
desempeñando ese papel.
-Se pierde el miedo. Uno en Facebook es capaz de hacer lo imposible -afirma.
Pero,
este Pablo no es el mismo que está en el perfil que lleva su nombre
real, con todo y apellidos. No es el mismo del "de verdad".
En la
página donde aparece con su nombre y sin apodos, sus amigos se reducen a
58, y en las fotos que lo acompañan caben la abuelita, los primos, los
amigos que quedaron del colegio, la fiesta donde todo está fríamente
calculado. En ese perfil, dice su sitio de nacimiento, el colegio del
que se graduó y que le interesan las mujeres. Claro, es más aburrido,
más estándar. Tanto, que muy poco lo visita, si no es para soltar una
frase de feliz cumpleaños a un amigo o familiar. Pablo pasa por este
perfil rápidamente, como apenado por tener una vida "tan normal".
Casi no lo dice, pero finalmente lo confiesa:
-Tengo, además, otro perfil. Una personalidad que creamos con un grupo de cuatro amigos para chismosear.
-¿Chismosear?
Pablo
explica que creó la figura de una chica para poder averiguar cosas de
la gente que empezara a interesarle. Para enterarse, por ejemplo, de si
algún amigo habla de él a sus espaldas. Ella -llamémosla Marcela-
'nació' en 1994, estudió en un colegio femenino, se graduó a los 16 años
y empezó a estudiar bacteriología en una universidad pública. Se
declara 'bi' (bisexual), le gusta el reguetón y es fan de Lady Gaga. Su
foto es la de cualquier jovencita de 17 años, pelo negro, insinuante.
Seguro que la dueña real de esa fotografía no tiene idea de que le
presta su cara a la identidad inventada de otra chica.
Esta
tercera identidad inventada se le ha ido creciendo a Pablo. Ya tiene un
centenar de amigos y no deja de recibir solicitudes de más. Es experto
en su manejo. Sin embargo, incluso él mismo cayó un día: fue infidente
al hablar de un amigo común que estaba metiendo cuernos e hizo que se
enteraran de ello.
Pablo no sabe este dato: el 10 por ciento de
los usuarios de Internet en el mundo lo emplean para producir celos,
según un informe de la Academia Americana de Pediatría. Es un juego
peligroso.
Personalidades múltiples
Preguntarle
por qué lo hace no genera una respuesta clara. Pero, cuando habla, por
momentos, Pablo suena tan seguro de sí mismo y parece que quisiera
sentirse un redentor que busca salvar a su rebaño: "El Facebook es una
cosa asombrosa -nos dijo en un mensaje enviado por e-mail-. Te abre una
puerta directa a los pensamientos de los jóvenes de hoy. Pero los padres
no entienden que tanta libertad para sus hijos se está convirtiendo en
un arma de doble filo, para la sociedad y para el futuro de nuestra
propia especie". A Pablo le gusta escribir. Pero también le apasionan
los números. Se jugó un cara y sello y, si pasaba el examen de admisión
en la universidad, se iría por la opción de la ciencia. Lo logró sin
dificultad, pues en el colegio siempre había brillado.
-Mi madre me abandonó a los 14 años.
Lo soltó así, de repente.
Y
siguió contando su historia. Debió empezar de cero.Nueva casa, nueva
ciudad. Llegó a vivir en una pieza que compartían con su papá y sus
hermanos mayores. Pero empezaron la curiosidad y las preguntas. Antes de
los 15 años ya buscaba indagar qué era eso de los gays, algo de lo que
siempre había oído hablar mal en casa. En un café internet de su barrio,
en el suroccidente de Bogotá, le enseñaron a abrir una cuenta de correo
y comenzó a chatear. Conoció a un chico, con el que se citó en una
biblioteca.
Con él aprendió que existía la rumba caliente de la
Primero de Mayo y, a los 16 años, se volvió el más mirado de uno de los
bares de 'ambiente' de la famosa calle. "Luego me enteré de que creían
que era el nuevo 'prepago' del bar, como la mayoría lo era". Creía tener
todo bajo control, hasta que lo perdió. Cuenta que lo drogaron y se lo
llevaron a un hotel cercano. Lo violaron. "Fue mi primera relación y lo
peor que me pudo haber pasado", dice. No paró de llorar por muchos días.
Aparecieron las culpas.
Y aprendió a fingir.
Sus personalidades, calculadas, tienen una razón de ser para él.
La
"sexual" busca descubrirse y acercarse a un mundo al que cree
pertenecer. La "familiar" lo muestra como el chico con vida común y
corriente. La "inventada" es la que le permite enterarse de lo que
piensan de él, algo que parece preocuparle mucho.
Tiene cuidado
de que no se mezclen una con otra. Nada de gente en común ni lugares ni
nombres. Solo en una ocasión una amiga del colegio lo pilló en una
incoherencia, pero no hablaron del tema.
Su primera identidad, la
sexual, es la que más tiempo le ocupa y la más dificil de rastrear. Al
poner el nombre que usa en ella en la barra de Facebook no aparece. Se
blinda al pertenecer a una comunidad muy precisa, a la que llegó por
referencias cercanas y donde se relacionan unos con otros.
Aunque dice que no practica la sexcam, resulta algo inverosímil. Se ruboriza.
-Uno
de los amigos de este perfil me dijo que si me metía a una agencia me
pagarían 1,15 dólares por minuto si chateo con manes. El que me lo
propuso ya tiene moto y le sacaron apartamento. Pero no, yo no soy así.
-¿Hasta dónde ha llegado?
A
una cita a ciegas. Quedaron en un centro comercial. Pablo se escondió
para ver si era el de la foto. Lo era y estaba tan despistado como él.
Se dieron besos y no se volvieron a ver. Tuvo suerte. Solo este año, en
Colombia, dos adolescentes han sido asesinadas tras citarse por Internet
con un supuesto amor.
-Me gusta hacer lo que hago. Aunque creo que podrían hacerme daño -reconoce.
Sí,
es consciente de ello, pero todavía sus hormonas y su confusión lo
empujan a buscar más y más. Sabe del peligro, pero también, que no se
puede controlar. Para lograrlo, por ahora, su fórmula es apagar el
computador para no caer en tentación. Hasta mañana.
'En Facebook no mostramos lo indeseable'
Un estudio realizado por la Facultad
de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, bajo el nombre de
'Proyecto Facebook', busca encontrar los matices de esta nueva
generación de nativos digitales, mostrando que la persona que se vuelve
pública en la red lo hace creando una narración de sí misma.
"Construimos
y reconstruimos el yo continuamente, según lo requieran las situaciones
en que nos encontramos, con la guía de nuestros recuerdos del pasado, y
de nuestras experiencias y miedos para el futuro", escribe Jêrome
Bruner, en La fábrica de historias: derecho, literatura, vida (FCE,
2003).
Así, según una de las líderes del proyecto, Gabriela Sued,
las historias y perfiles en Facebook cambian según los contextos
determinados, según se acumulan y mezclan los géneros.
En el
estudio realizado para este ejercicio, fueron estudiados 63 perfiles de
Facebook que confirman lo dicho: lo que más hacen los usuarios de la red
social es desprenderse de su imagen corporal y actuar desde el
anonimato.
Que el promedio de fotos publicadas en el perfil sea
88, casi todas en actividades sociales con pares, reafirma la necesidad
de mostrarse como parte de un grupo. Y, por supuesto, en estos priman
las descripciones del carácter, la inteligencia y otras cualidades
interiores.
Lo que no sale allí son las características
'socialmente indeseables', como las denominan en el estudio, como la
timidez, el sobrepeso o las dificultades para comunicarse. "No contamos
todo sobre nosotros, e intentamos contar aquello que los demás esperan
de nosotros", asegura Sued.fuente:
DOMINIQUE RODRÍGUEZ DALVARD
REDACCIÓN DE EL TIEMPO
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