visitó el sábado por primera vez la costa arrasada por el tsunami de hace tres
semanas, donde los damnificados se quejaron de que el gobierno parece soslayar
su situación al centrar la atención en la crisis nuclear causada por el desastre
natural en el noreste de Japón.
Mientras decenas de miles de personas viven en albergues precarios, la
atención de los autoridades ha sido acaparada por los problemas que casi a
diario se presentan en la planta nucleoeléctrica de Dai-Ichi, en Fukushima, con
el sobrecalentamiento de reactores por desperfectos en el sistema de
enfriamiento.
El sábado, la preocupación provino de una grieta recientemente descubierta
en una estructura de mantenimiento que está dejando escapar agua con una elevada
radiactividad al mar cercano.
“El gobierno ha estado más concentrado en la planta eléctrica de Fukushima
que en las víctimas del tsunami. Ambos merecen atención”, expresó Megumi
Shimanuki, de 35 años, en Natori, mientras visitaba a su familia en un centro
comunitario convertido en albergue.
Natori, a unos 160 kilómetros (100 millas) de Rikuzentakata, es uno de los
lugares donde el maremoto del 11 de marzo causó mayor destrucción y fue una de
las escalas del primer ministro Kan el sábado.
Al menos 165.000 personas siguen viviendo en albergues.
El gobierno de Kan colabora con la empresa Tokyo Electric Power Co. para
resolver la crisis en el complejo nuclear, que ha estado liberando radiactividad
debido a las averías que resintió el sistema de enfriamiento por el terremoto de
magnitud 9,0 que provocó el tsunami.
Las autoridades de seguridad nuclear anunciaron el sábado que habían
encontrado una filtración de agua con niveles de yodo radiactivo muy por encima
del límite legal en un sitio de mantenimiento. El agua llegaba a la costa
cercana en el océano Pacífico.
Las personas asentadas en un radio de 20 kilómetros (12 millas) de la
planta han sido desalojadas mientras se espera una pronta disipación del agua
radiactiva en el mar, pero se desconocen por ahora los riesgos para los
trabajadores que intentan solucionar el problema en la estación nuclear.
La gente considera riesgoso el consumo de mariscos de la zona pese a que las
autoridades afirman que el peligro de contaminación es mínimo. La inquietud
por la radiación se ha aunado al suplicio de las personas que intentan
recuperarse de las secuelas del tsunami.
Las autoridades han reportado hasta ahora la muerte de 11.800 personas por el
desastre natural, aunque se teme que sean casi 25.000 las víctimas fatales.
Además de las personas en albergues, decenas de miles más carecen aún de
electricidad y agua corriente.
La visita de Kan a Rikuzentakata fue la primera que realiza para conocer de
primera mano una de las decenas de aldeas, localidades y ciudades devastadas por
el tsunami.
“El gobierno los apoya totalmente hasta el final”, le dijo Kan a unas 250
personas en una escuela primaria habilitada para albergar a
desplazados.
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