El Gobierno federal ha decretado para hoy un día de luto en todo el país, que guardará un minuto de silencio a las 10.00 GMT, tras el que repicarán las campanas de todas las iglesias belgas.
“Nuestro país vive uno de sus momentos más tristes. Tres meses después de la catástrofe de Lieja, nuestro país es golpeado duramente de nuevo.
Vivimos una tragedia nacional”, dijo el jueves el primer ministro, Elio Di Rupo, ante un pleno especial del Senado en recuerdo de las víctimas.
Durante la jornada de hoy se comenzarán a repatriar los primeros cuerpos de los fallecidos a bordo de un avión militar de transporte C-130 Hércules que viajó el jueves por la tarde hacia Suiza.
El Gobierno, tras consultar a las familias y por respeto a las víctimas, ha decidido que la repatriación se produzca en un ambiente “sereno” y por tanto los medios de comunicación no tendrán acceso al aeropuerto militar de Melsbroek (junto a Bruselas).
Las familias de algunas víctimas volvieron a ese aeropuerto la pasada noche procedentes de Suiza, a bordo de un Airbus del Ministerio de Defensa. Está previsto que tanto en Lommel (al noreste de Bruselas) como Heverlee (norte de Bélgica), las dos localidades en las que se encuentran las escuelas de los niños involucrados en el accidente, se instalen capillas ardientes. Anoche, unas 2.500 personas celebraron en una plaza pública una vigilia en Lommel) en homenaje a los niños fallecidos.
La escuela Sint-Lambertus de Heverlee lamenta nueve muertos (siete niños y dos adultos acompañantes) y 17 heridos, dos de ellos de gravedad. Aparte de los dos chóferes muertos, el resto de las víctimas procede de la escuela 't Stekske, de la ciudad de Lommel, donde ha habido diecisiete muertos (quince niños y dos adultos) y siete heridos, dos de ellos graves.
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