Esto, opinaron, debido a que aunque desde el Consejo Nacional de la Empresa Privada, hasta los propios organismos internacionales han levantado la bandera de la necesidad de una reforma fiscal que garantice los recursos necesarios para que el Estado pague su deuda social, también han condicionado ese paso a que se mejore la calidad del gasto público.
Varios de los técnicos ligados al próximo Presidente han coincidido en que si el nuevo Gobierno no vende a la sociedad la percepción de que existe una mejora en la calidad del gasto público desde el inicio de la gestión el 16 de agosto, podría caer en la trampa que se le encasille con que está haciendo “más de lo mismo” y perder la oportunidad de que la sociedad perciba que se está haciendo “lo que nunca se ha hecho”.
El tema, se precisó, ya ha sido discutido en varias de sus vertientes llegándose a la conclusión de que con un presupuesto este año de 430 mil millones de pesos y una propuesta para el 2013 que podría estar entre un 20 a un 30 por ciento de esa cifra, el tema de la elevación de los ingresos sigue siendo una prioridad, “pero no la principal”.
“Si desde un principio no damos a entender que ha mejorado la calidad del gasto, perderíamos la iniciativa y quizás la oportunidad de poder hacer realmente los cambios que queremos”, dijo la fuente consultada.
Uno de los argumentos analizados es que se producirá una baja en la presión que provoca el clientelismo político, debido a que será dentro de cuatro años que se realizará otra campaña electoral y no tiene sentido mantener “movimientos de apoyo”, “sector externo” y otras variedades, en el mismo nivel de activismo exhibido hasta el momento de las elecciones.
Otro factor a favor de que la sociedad perciba un cambio, en el aumento del gasto social, vía Educación y Salud, particularmente en el primer caso, sólo con el cumplimiento de la asignación del 4%, aun cuando, en el mismo caso, la mejora de la calidad de la educación no podrá ser analizada en lo inmediato.
El anunciado saneamiento del servicio exterior, para poner fin a las “vacaciones pagadas” a personas que no cumplen función alguna, también ayudaría en lo inmediato a que se perciba una mejora en la calidad del gasto.
Otro hecho sería la composición de los gabinetes de los diferentes ministerios, llenos hoy de “viceministros” y “directores” innecesarios, donde sí se podría enviar un mensaje importante.
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