años, dijo que su hermano Ricardo se recuperaba luego del accidente,
"Se está recuperando," dijo José González, de 25, mirando a su hermano
Ricardo en la sala de emergencias de Bellevue Hospital de Manhattan. Su cara
estaba cruzada por hilos negros y cubierta de moretones. También portaba un
collarín y roncaba lentamente. "Ya lo quitaron de respiración artificial", dijo
José en voz baja.
Seguidamente, González pidió justicia para su hermano herido y envió este
mensaje a las personas que conducen en estado de ebriedad: "Tienen que dejar de
hacerlo. Ahorita le tocó a mi hermano, pero mañana le puede pasar a otro".
Ricardo González, de 28 años, conducía en su bicicleta por la Octava avenida
—entre las calles 47 y 48— a las 10 p.m. del viernes cuando fue arrollado por un
auto conducido por Clark Gettinger, hijo de una de las víctimas de la estafa de
Bernard Madoff. Gettinger recibió cargos por conducir en estado de ebriedad,
escapar de la escena del accidente y atropello.
González ha trabajado como repartidor en el Cosmic Diner, ubicado en el 888
de la Octava avenida, durante año y medio, según indicó su hermano. "Han venido
sus compañeros, pero no ha venido el patrón", dijo José.
Ayer en la tarde, un empleado de Cosmic Diner confirmó que González es un
empleado del restaurante, pero dijo que no estaba autorizado para comentar sobre
el caso.
González, originalmente de Veracruz, México, tiene tres hijos, quienes viven
en el Distrito Federal.
El sospechoso Gettinger, de 40 años, conducía su Lexus del 2001 mientras iba
intoxicado por la Octava avenida y, evidentemente, no vio al repartidor, a quien
atropelló por la espalda. Tras impactarse contra el parabrisas del Lexus,
González se cayó al piso, donde —según testigos— fue pisado por un BMW.
Gettinger escapó de la escena, pero fue detenido por la Policía a pocas
cuadras, donde quedó detenido en el tráfico.
El padre del conductor, Robert S. Gettinger, un abogado fallecido en el 2009,
luego de perder $13 millones a consecuencia de las estafas de Madoff.
Según datos oficiales, hay aproximadamente 4.000 repartidores en Nueva York,
una pequeña parte de los 185.000 ciclistas que tiene la ciudad.
Sin embargo, los repartidores corren más peligro que otros ciclistas porque
están en la calle más frecuentemente y andan a toda prisa a causa de la presión
de sus empleadores y el deseo de ganar más propinas.
En Nueva York, han muerto alrededor de 20 ciclistas al año desde el 2005,
según datos del Departamento de Motores y Vehículos de Nueva York.
No hay datos exactos sobre cuántos de estos muertos han sido repartidores de
comida.
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