Las madres, muchas de ellas con sus niños, esperaron pacientemente para recibir un bien que comenzó a escasear justo después terremoto del día 11 y que con el anuncio de ayer ha desaparecido casi totalmente de los estantes en la capital.
La preocupación de que la falta de agua embotellada se agrave en una zona metropolitana con más de 30 millones de habitantes ha llevado al Gobierno a pedir a las empresas embotelladoras que aumenten su producción y a plantearse la opción de importar agua del extranjero.
La atención está puesta en la planta depuradora de Kanamachi, donde el agua registró el martes una concentración de yodo radiactivo (el isotopo I-131) de 210 becquerel por kilo, superior al valor 100 recomendado para bebés, pero por debajo de los 300 becquerel para adultos.
La alcaldía de Tokio indicó hoy que el contenido de yodo en esa planta ha caído durante dos días hasta los 79 becquerel. No obstante, la preocupación por las repercusiones de las filtraciones radiactivas en la central nuclear de Fukushima Daiichi, afectada gravemente por el terremoto y tsunami de hace trece días, no han cesado pese a los llamamientos a la calma de la autoridades.
Aunque la planta nuclear se encuentra a unos 250 kilómetros al norte de Tokio y su zona metropolitana, la contaminación radiactiva aumentó hoy por encima del nivel recomendado para niños en las aguas de depuradoras de Saitama y Chiba, en las cercanías de la capital.
En número
26,000
Es la cifra preliminar de muertos y desaparecidos atribuida al maremoto, ha informado las autoridades japonesas.
Un apunte
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